(English below)
A nosotros nos pasó lo mismo. Guadalajara, Santa Teresita y "GDL en bici" fueron como un imán del que uno no puede huir. Pero esto ya forma parte de nuestras vidas. Nos la pasamos conociendo gente maravillosa, nos encariñamos con ella y los lugares por los que tan bien nos tratan y de repente... tienes que decir adiós. Te vas apenado y mirando al retrovisor pensando en todos los buenos momentos que has pasado allí, con ellos. Pero te estás yendo... y aceptas que eso ya es pasado. Es una extraña sensación cuando se repite frecuentemente.
Al menos no nos fuimos solos. Partimos con Brendan, a quien conocimos en Anchorage cuando iniciamos nuestra ruta americana y con quien coincidimos de nuevo siete meses después en Guadalajara. Nos encariñamos con él, es jóven y noble, un gran tipo, pero él tiene prisa y nos separamos al segundo día. Con las expectativas sobre México más que cubiertas encaramos esta segunda etapa por una serie de ciudades y pueblos que fueron determinantes en la guerra de independencia de España. Tras la solitaria ruta del norte llegaba la hora de ejercer de guiris. Desgraciadamente esta fue una etapa marcada por los pinchazos. La imposibilidad de conseguir cubiertas decentes en México nos obligó a pedirlas a casa y tener que aguantar con las nuestras (ya muy desgastadas) hasta que llegaran las nuevas a Puebla. No ayudaba que los arcenes de las autopistas estuvieran llenos de alambres dejados por reventones de ruedas de camiones. La cosa es que no había día que no pincháramos más de un vez. Fue la espina del viaje.
Guanajuato es una preciosa ciudad que se enorgullece de ser la capital cervantina de América. Había un gran ambiente universitario, muchísima gente, tunos que recorrían los callejones de su claustrofóbico centro histórico y mucha alegría. La gente disfrutaba en la calle del fin de semana y se veía que sabían cómo divertirse. Con lo que más alucinamos fue con su red de túneles de piedra subterráneos que recorren de forma serpenteante las entrañas de la ciudad. Fue pedalear por un laberinto oscuro perseguidos por autobuses sin saber ni a dónde íbamos ni por dónde íbamos a salir... Nos alojamos en la colina más alta de la ciudad, gracias a David y Lilí, que nos invitaron a su casa cuando nos vieron con nuestras bicicletas. Fueron extraordinarios guías para disfrutar de la Guanajuato nocturna.
Afortunadamente el susto de pedalear por Guanajuato fue recompensado por la bonita y tranquila travesía que nos llevó hasta San Miguel de Allende. Allí, entre coloridas casas de vetustas puertas de madera, se encuentra una comunidad cada vez mayor de jubilados estadounidenses y canadienses que escapan del invierno de sus países. Unos de ellos, Bob y Vida, nos ven entrar en la plaza central y nos invitan rápidamente a pasar unos días en su recién alquilada casa colonial. Un verdadero lujo y una suerte haberles conocido. Bob nos cuenta cómo se dedicó toda su vida a informar al mundo sobre el peligro de la superpoblación y el calentamiento global. Incluso National Geographic publicó un artículo suyo pero él no esconde pesimismo cuando le preguntamos sobre el futuro: "yo solo he sido el mensajero", nos dice, y le echamos otro trago al licor de Kahlua con nata bajo un cielo estrellado en su enorme azotea.
Después de ver estas dos ciudades Querétaro nos defraudó. De hecho nuestro mejor recuerdo fueron las charlas con Héctor y las historias de mafia de Vincenzo, un pizzero italiano de armas tomar con mil batallitas que contar. Sus pizzas nos hicieron volver a Italia por unos instantes... Pero a la hora de salir de la ciudad pasamos mucho miedo. Fue la peor ciudad de México para ciclar.
Ciudad de México es una de las mayores metrópolis del mundo, un auténtico hormiguero de personas que realizan millones de desplazamientos diarios, una verdadera locura. Coger un metro en hora punta puede ser una de las peores experiencias que uno puede vivir. A pesar de todo, a pesar de que no entre un alfiler en sus vagones de vapor humano, miles de vendedores ambulantes desafían a la cordura por conseguir unas monedas vendiendo lo imposible a personas con mirada perdida. Como en Tokyo y resto de grandes ciudades del mundo, los rostros de las gentes del metro son el reflejo de un sistema inhumano. Pasamos el puente de la Candelaria y asistimos a costumbres que nos eran desconocidas. En Ciudad de México disfrutamos de los bicicarriles, los museos y de nuestros anfitriones, Sethaly y Juan Carlos, con quienes compartimos el amor por el cicloturismo, la gastronomía y el buen vino. Fueron grandes días aquellos con los chilangos...
Puebla es otra bonita ciudad colonial, diseñada en sus orígenes para albergar "solo a españoles". Es un casco antiguo enorme, bien planificado y con muchas iglesias. Allí vivimos el día de San Valentín, una fecha que a los poblanos parece que les llega al alma. No así a nuestro amigo Armando, con quien nos lamentamos que en los noticiarios den más importancia a esta fecha que a los problemas del mundo. Llegar a Puebla fue una liberación, aunque allí no acabarían nuestros problemas con los pinchazos ya que una vez con cubiertas nuevas ahora el problema surgió con las cámaras. Las que compramos en Guadalajara salieron defectuosas y nos quedamos sin ninguna de repuesto y sin posibilidad de encontrar repuestos ya que nadie tenía nuestras medidas. Y la Ley de Murphy dice que si estás sin repuestos pues te sucederán los pinchazos más brutales y difíciles de reparar.
Decidimos salirnos de la ruta clásica y bajar al mar, llegar a la península yucateca antes de que el calor nos derrita. Decimos adiós a muchos meses a una cierta altura y nos preparamos, con el volcán Orizaba a nuestro lado a un descenso directo al mar, una caída de más de 2000 m al estado de Veracruz.
Pero esa, es otra historia...
It happened to us too. Guadalajara, Santa Teresita, “GDL en bici” have been like a magnet that doesn´t let you escape. But this is part of our lives already. We spend time meeting wonderful people, we start feeling close to them and the places where we have been treated so well and suddenly...we have to say goodbye. We leave with sadness, looking at the rear view mirror thinking about all the nice experiences we had there, with them. But we are leaving...and accept that this is past already. It is a weird feeling, when it happens so frequently.
At least when we left we were not alone. We left with Brendan, who we met in Anchorage while starting our American trip and saw again seven months later, in Guadalajara. We got attached to him, he is young and noble, a great guy, but he is in a hurry and we separated on the second day. With our expectations about Mexico already more than fulfilled, we begin the second part of the journey through cities and towns that have been crucial during the independence war against Spain. After the isolated northern route, it was time to act like gringos. Unfortunately it has been a trip marked by flat tyres. The impossibility to get good tyres in Mexico forced us to order them from home and endure with ours (worn out already) until the new ones would get to Puebla. The extremely dirty road shoulders, full of wires left by exploded truck tyres, did not help. Every single day, without exceptions, we had more than one flat tyre: a pain in the arse.
Guanajuato is a beautiful city which is proud about being America´s “Cervantine” capital. There was a great university atmosphere, lots of people, student music groups walking through the alleys of the claustrophobic historic centre and a lot of happiness. People were enjoying the weekend in the street and you could tell they knew how to have fun. What really amazed us were the underground tunnels which snaked through the city´s depths. We cycled through this dark labyrinth harassed by buses without knowing where we were going or where we could get out...We were hosted on the town´s highest hill, thanks to David and Lilí, who invited us to their home when they saw us with our bicycles. They were superb guides through Guanajuato´s nightlife.
Luckily the scary cycling through Guanajuato was rewarded by the pretty and quiet journey to San Miguel Allende. There, among the colourful houses and ancient doors, lives a growing community of retired US citizens and Canadians who escape from the winter of their countries. Bob and Vida saw us entering the main square and straight away invited us to spend some days in their rented colonial house. A real luxury and a luck to have met them. Bob tells us how he dedicated his life to explain to the world the dangers of overpopulation and global warming. Even National Geographic published one of his articles, but he does not hide his pessimism when we ask him about the future: “I have only been the messenger”, he says, and sitting on the roof terrace we have another sip of Kahlua with cream under a starred sky.
After seeing these two cities, Querétaro disappointed us. In fact our best memories are the conversations with Hector and the stories about mafia told us by the fearless Vincenzo, an Italian pizza maker who has thousands of stories to tell. His pizza brought us back to Italy for a moment...But leaving the city was really frightening. For us it was Mexico´s worst city for cycling.
Mexico City is one the world´s greatest metropolis, a real mass of millions of people who move around daily; a pure madness. To take the metro during rush hour can be one of the worst experiences ever. Even so, even if there would not be space for a pin, thousands of sellers challenge the common sense to earn some coins selling anything possible to people lost in their thoughts. Like in Tokyo and any other big city of the world, people´s faces in the metro reflect an inhuman system. We spent the days of the “Candelaria” there and witnessed customs that we didn´t know. We enjoyed the cycling paths, the museums and our hosts Sethaly and Juan Carlos, with whom we shared the love for cycling tourism, gastronomy and good wine. We spent amazing days with the “chilangos”...
Puebla is another pretty colonial town, originally designed to host “only Spanish people”. It has a huge historic district, well planed and with heaps of churches. There we spent Valentine´s day, a date that obviously touches Puebla´s people. But not our friend Armando, who like us complained about how much importance the day was given on TV. Getting to Puebla was a release, even if our problems with flat tyres would not finish there: despite of new tyres, now we had troubles with the inner tubes. The ones we bought in Guadalajara turned out to be faulty, we ended up without spare ones and it was impossible to find new ones because nobody had our size. Murphy´s Law says that when you have no spare parts, that´s exactly when you will suffer the worst punctures ever – and so it was. We decided to change route, head to the sea and get to the Yucatan Peninsula before the extreme heat. We said goodbye to many months at a certain altitude and, with the volcano Orizaba on one side, we got ready for a direct descent to the sea, a drop of more than 2000 meters to the state of Veracruz.
But this is another story...
A nosotros nos pasó lo mismo. Guadalajara, Santa Teresita y "GDL en bici" fueron como un imán del que uno no puede huir. Pero esto ya forma parte de nuestras vidas. Nos la pasamos conociendo gente maravillosa, nos encariñamos con ella y los lugares por los que tan bien nos tratan y de repente... tienes que decir adiós. Te vas apenado y mirando al retrovisor pensando en todos los buenos momentos que has pasado allí, con ellos. Pero te estás yendo... y aceptas que eso ya es pasado. Es una extraña sensación cuando se repite frecuentemente.
Al menos no nos fuimos solos. Partimos con Brendan, a quien conocimos en Anchorage cuando iniciamos nuestra ruta americana y con quien coincidimos de nuevo siete meses después en Guadalajara. Nos encariñamos con él, es jóven y noble, un gran tipo, pero él tiene prisa y nos separamos al segundo día. Con las expectativas sobre México más que cubiertas encaramos esta segunda etapa por una serie de ciudades y pueblos que fueron determinantes en la guerra de independencia de España. Tras la solitaria ruta del norte llegaba la hora de ejercer de guiris. Desgraciadamente esta fue una etapa marcada por los pinchazos. La imposibilidad de conseguir cubiertas decentes en México nos obligó a pedirlas a casa y tener que aguantar con las nuestras (ya muy desgastadas) hasta que llegaran las nuevas a Puebla. No ayudaba que los arcenes de las autopistas estuvieran llenos de alambres dejados por reventones de ruedas de camiones. La cosa es que no había día que no pincháramos más de un vez. Fue la espina del viaje.
Guanajuato es una preciosa ciudad que se enorgullece de ser la capital cervantina de América. Había un gran ambiente universitario, muchísima gente, tunos que recorrían los callejones de su claustrofóbico centro histórico y mucha alegría. La gente disfrutaba en la calle del fin de semana y se veía que sabían cómo divertirse. Con lo que más alucinamos fue con su red de túneles de piedra subterráneos que recorren de forma serpenteante las entrañas de la ciudad. Fue pedalear por un laberinto oscuro perseguidos por autobuses sin saber ni a dónde íbamos ni por dónde íbamos a salir... Nos alojamos en la colina más alta de la ciudad, gracias a David y Lilí, que nos invitaron a su casa cuando nos vieron con nuestras bicicletas. Fueron extraordinarios guías para disfrutar de la Guanajuato nocturna.
Afortunadamente el susto de pedalear por Guanajuato fue recompensado por la bonita y tranquila travesía que nos llevó hasta San Miguel de Allende. Allí, entre coloridas casas de vetustas puertas de madera, se encuentra una comunidad cada vez mayor de jubilados estadounidenses y canadienses que escapan del invierno de sus países. Unos de ellos, Bob y Vida, nos ven entrar en la plaza central y nos invitan rápidamente a pasar unos días en su recién alquilada casa colonial. Un verdadero lujo y una suerte haberles conocido. Bob nos cuenta cómo se dedicó toda su vida a informar al mundo sobre el peligro de la superpoblación y el calentamiento global. Incluso National Geographic publicó un artículo suyo pero él no esconde pesimismo cuando le preguntamos sobre el futuro: "yo solo he sido el mensajero", nos dice, y le echamos otro trago al licor de Kahlua con nata bajo un cielo estrellado en su enorme azotea.
Después de ver estas dos ciudades Querétaro nos defraudó. De hecho nuestro mejor recuerdo fueron las charlas con Héctor y las historias de mafia de Vincenzo, un pizzero italiano de armas tomar con mil batallitas que contar. Sus pizzas nos hicieron volver a Italia por unos instantes... Pero a la hora de salir de la ciudad pasamos mucho miedo. Fue la peor ciudad de México para ciclar.
Ciudad de México es una de las mayores metrópolis del mundo, un auténtico hormiguero de personas que realizan millones de desplazamientos diarios, una verdadera locura. Coger un metro en hora punta puede ser una de las peores experiencias que uno puede vivir. A pesar de todo, a pesar de que no entre un alfiler en sus vagones de vapor humano, miles de vendedores ambulantes desafían a la cordura por conseguir unas monedas vendiendo lo imposible a personas con mirada perdida. Como en Tokyo y resto de grandes ciudades del mundo, los rostros de las gentes del metro son el reflejo de un sistema inhumano. Pasamos el puente de la Candelaria y asistimos a costumbres que nos eran desconocidas. En Ciudad de México disfrutamos de los bicicarriles, los museos y de nuestros anfitriones, Sethaly y Juan Carlos, con quienes compartimos el amor por el cicloturismo, la gastronomía y el buen vino. Fueron grandes días aquellos con los chilangos...
Puebla es otra bonita ciudad colonial, diseñada en sus orígenes para albergar "solo a españoles". Es un casco antiguo enorme, bien planificado y con muchas iglesias. Allí vivimos el día de San Valentín, una fecha que a los poblanos parece que les llega al alma. No así a nuestro amigo Armando, con quien nos lamentamos que en los noticiarios den más importancia a esta fecha que a los problemas del mundo. Llegar a Puebla fue una liberación, aunque allí no acabarían nuestros problemas con los pinchazos ya que una vez con cubiertas nuevas ahora el problema surgió con las cámaras. Las que compramos en Guadalajara salieron defectuosas y nos quedamos sin ninguna de repuesto y sin posibilidad de encontrar repuestos ya que nadie tenía nuestras medidas. Y la Ley de Murphy dice que si estás sin repuestos pues te sucederán los pinchazos más brutales y difíciles de reparar.
Decidimos salirnos de la ruta clásica y bajar al mar, llegar a la península yucateca antes de que el calor nos derrita. Decimos adiós a muchos meses a una cierta altura y nos preparamos, con el volcán Orizaba a nuestro lado a un descenso directo al mar, una caída de más de 2000 m al estado de Veracruz.
Pero esa, es otra historia...
Callejones para arriba, callejones para abajo, en Guanajuato no hay mucho espacio abierto... |
La tiendita frente a casa |
En Guanajuato no es difícil imaginarse la vida en las colonias de aquellos primeros españoles que llegaron al "nuevo mundo" |
Típica ciudad colonial... |
Tampoco es país para vegetarianos, México |
Por qué lloras? |
Arte callejero. Al del medio le salía constantemente agua de la botella, era algo increíble lo bien que estaba hecho. Competía de tú a tú con las Ramblas de Barcelona |
English:
It happened to us too. Guadalajara, Santa Teresita, “GDL en bici” have been like a magnet that doesn´t let you escape. But this is part of our lives already. We spend time meeting wonderful people, we start feeling close to them and the places where we have been treated so well and suddenly...we have to say goodbye. We leave with sadness, looking at the rear view mirror thinking about all the nice experiences we had there, with them. But we are leaving...and accept that this is past already. It is a weird feeling, when it happens so frequently.
At least when we left we were not alone. We left with Brendan, who we met in Anchorage while starting our American trip and saw again seven months later, in Guadalajara. We got attached to him, he is young and noble, a great guy, but he is in a hurry and we separated on the second day. With our expectations about Mexico already more than fulfilled, we begin the second part of the journey through cities and towns that have been crucial during the independence war against Spain. After the isolated northern route, it was time to act like gringos. Unfortunately it has been a trip marked by flat tyres. The impossibility to get good tyres in Mexico forced us to order them from home and endure with ours (worn out already) until the new ones would get to Puebla. The extremely dirty road shoulders, full of wires left by exploded truck tyres, did not help. Every single day, without exceptions, we had more than one flat tyre: a pain in the arse.
Guanajuato is a beautiful city which is proud about being America´s “Cervantine” capital. There was a great university atmosphere, lots of people, student music groups walking through the alleys of the claustrophobic historic centre and a lot of happiness. People were enjoying the weekend in the street and you could tell they knew how to have fun. What really amazed us were the underground tunnels which snaked through the city´s depths. We cycled through this dark labyrinth harassed by buses without knowing where we were going or where we could get out...We were hosted on the town´s highest hill, thanks to David and Lilí, who invited us to their home when they saw us with our bicycles. They were superb guides through Guanajuato´s nightlife.
Luckily the scary cycling through Guanajuato was rewarded by the pretty and quiet journey to San Miguel Allende. There, among the colourful houses and ancient doors, lives a growing community of retired US citizens and Canadians who escape from the winter of their countries. Bob and Vida saw us entering the main square and straight away invited us to spend some days in their rented colonial house. A real luxury and a luck to have met them. Bob tells us how he dedicated his life to explain to the world the dangers of overpopulation and global warming. Even National Geographic published one of his articles, but he does not hide his pessimism when we ask him about the future: “I have only been the messenger”, he says, and sitting on the roof terrace we have another sip of Kahlua with cream under a starred sky.
After seeing these two cities, Querétaro disappointed us. In fact our best memories are the conversations with Hector and the stories about mafia told us by the fearless Vincenzo, an Italian pizza maker who has thousands of stories to tell. His pizza brought us back to Italy for a moment...But leaving the city was really frightening. For us it was Mexico´s worst city for cycling.
Mexico City is one the world´s greatest metropolis, a real mass of millions of people who move around daily; a pure madness. To take the metro during rush hour can be one of the worst experiences ever. Even so, even if there would not be space for a pin, thousands of sellers challenge the common sense to earn some coins selling anything possible to people lost in their thoughts. Like in Tokyo and any other big city of the world, people´s faces in the metro reflect an inhuman system. We spent the days of the “Candelaria” there and witnessed customs that we didn´t know. We enjoyed the cycling paths, the museums and our hosts Sethaly and Juan Carlos, with whom we shared the love for cycling tourism, gastronomy and good wine. We spent amazing days with the “chilangos”...
Puebla is another pretty colonial town, originally designed to host “only Spanish people”. It has a huge historic district, well planed and with heaps of churches. There we spent Valentine´s day, a date that obviously touches Puebla´s people. But not our friend Armando, who like us complained about how much importance the day was given on TV. Getting to Puebla was a release, even if our problems with flat tyres would not finish there: despite of new tyres, now we had troubles with the inner tubes. The ones we bought in Guadalajara turned out to be faulty, we ended up without spare ones and it was impossible to find new ones because nobody had our size. Murphy´s Law says that when you have no spare parts, that´s exactly when you will suffer the worst punctures ever – and so it was. We decided to change route, head to the sea and get to the Yucatan Peninsula before the extreme heat. We said goodbye to many months at a certain altitude and, with the volcano Orizaba on one side, we got ready for a direct descent to the sea, a drop of more than 2000 meters to the state of Veracruz.
But this is another story...
Alleys uphill, alleys downhill, in Guanajuato ther is not much open space... |
The little shop in front of home |
In Guanajuato it is not difficult to picture life in the colonies of the first Spaniards who arrived into the "new world" |
Typical colonial town... |
It is not a country for vegetarians, México |
Why are you crying? |
Nos gustan las fotografías, el relato fresco y saber que estáis disfrutando a "pesar de los pinchazos", os seguimos, un abrazo grande amigos.
ResponderEliminarMarco y Pi
viajamundeando